Revista Bohemia

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El calor de una mano no entiende de condiciones

En esos momentos en que te sientes solo, en que buscas el camino a seguir pero la indecisión y el temor te sobrepasan hasta el punto de paralizar cada fibra de tu cuerpo, aparece el calor de una mano. La mano de un amigo, un familiar, una persona que con algún gesto inocente o una exclamación atenta te pasa el aliento que, perdido en tu devenir, olvidaste bajo la almohada durante demasiado tiempo.

Esa sonrisa en tu rostro que extrañabas sin saberlo, esas ganas de hacer y ansias por comerte el mundo que recordabas como algo infantil, pero que llegado a la situación adecuada, te alegras de haber recuperado... Todos soñamos en algún momento con este encuentro casual con uno mismo y su motivación personal, pero. ¿Y si diéramos un paso al frente y tratáramos por voluntad propia de ceder a cuantos nos rodean, la oportunidad de vivir eso que ansiamos para que puedan experimentarlo?

Como dice el imperativo categórico de kant (Actúa de tal forma que quisieras que tus acciones se tornasen leyes universales) o lo que es decir: "No hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran a ti" (y por extensión haz lo que creas justo para todos y creas que mereciera la pena vivir personalmente) Un razonamiento cuanto menos interesante que de ser llevado a nuestro día a día, tal vez contagie a cuantos nos rodean estas ideas tan tolerantes y positivas. Pues la convivencia, tolerancia y experiencias comunes son las que nos hacen expresarnos como realmente somos y las distintas interacciones con nuestro entorno, sin duda, marcarán nuestras futuras acciones, de alguna manera, con respecto a él.

Hagamos un experimento interesante, tanto si estás leyendo este artículo como si lo escuchas de boca de alguien te sugiero que estés atento a cuanto te rodea, al menos durante algunos días, y que ante las situaciones cotidianas a las que no sueles dar importancia tiendas la mano. Es decir: Si ves a algún conocido con una cara más larga de lo normal moléstate en escucharlo y darle algunas palabras, o simplemente preguntarle ya es una muestra de interés importante. Relaciónate con aquellos con los que, por cualquier motivo, no sueles hacerlo, tal vez te enseñen algo que no esperas y puedan aprender de ti algo que ignoraban. No te prives de tantas vivencias que esperan latentes a un palmo de ti!! y tampoco prives a tus contemporáneos de la vivencia de conocerte y compartir algo de tiempo, por ínfimo que sea, contigo. Contagia tu forma de pensar y plantéatela constantemente para que pueda seguir creciendo y haciéndote crecer como persona. Convive con quienes "no son como tu", pues increíblemente pueden parecerse más a tí que el mismo tu.

Como suelo decirme a mí mismo: "La apertura de mente es como el aprendizaje de idiomas, cuantos más sabes, eres capaz de comunicarte con mayor diversidad y cantidad de gente y te contagias de más influencias culturales enriqueciendo la tuya propia"

Haz la prueba, tiende tu mano, extiende tu mente.



Alfredo Gil Pérez 10/11/2009

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